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Mayo del 68

Los libros hablan

Artículo publicado el 09/05/2008 Ultima actualización el 09/05/2008 11:37 TU

El libro de Daniel Cohn-Bendit sobre Mayo del 68D.R

El libro de Daniel Cohn-Bendit sobre Mayo del 68
D.R

Tan o más importante que los adoquines, las barricadas, las huelgas, las ocupaciones, las manifestaciones, los carteles y las inscripciones en los muros de Mayo del 68, son los libros. Los publicados antes, inmediatamente después, a lo largo de los años transcurridos, y la avalancha bibliográfica de este 40 aniversario. No hubiera habido revuelta sin las obras de Sartre, Althusser, Lacan, Foucault, Marcuse, Reich y, sobre todo, sin los libros situacionistas que inflamaron los espíritus juveniles: en 1966 se había publicado en Estrasburgo el panfleto De la miseria en el medio estudiantil considerada en sus aspectos económico, político, psicológico, sexual y especialmente intelectual, y algunos medios para remediarla, y en 1967, dos obras esenciales de la reflexión situacionista: Tratado del saber vivir para el uso de las jóvenes generaciones, de Raoul Vaneigem, y La sociedad del espectáculo, de Guy Debord.

Ni bien terminada la revuelta, en el mismo año 68, aparecieron los primeros análisis de lo ocurrido: el sociólogo Alain Touraine entregaba El comunismo utópico, el movimiento de mayo del 68; Edgar Morin y Cornelius Castoriadis Mayo 1968: la brecha, primeras reflexiones sobre los acontecimientos; y dos actores del movimiento desde las filas trotskistas, Henri Weber y Daniel Bensaïd, dieron a conocer Mayo del 68 ¿un ensayo general? Desde posiciones de derecha liberal, el sociólogo Raymond Aron entregó La revolución inencontrable, reflexiones sobre los acontecimientos de mayo en total libertad. Muy crítico, Aron le niega gravedad histórica a mayo del 68 porque no hubo muertos o muy pocos. A lo cual ha respondido este año la socióloga Christine Fauré con Mayo del 68 en Francia o la revuelta del ciudadano desaparecido, en donde dice:

“En los acontecimientos de Mayo del 68 no había ninguna huella de descentralización sino una nacionalización del conflicto llevada a sus extremos, algo nunca visto: la más importante huelga general. La huelga, que se considera por lo general que pertenece al mundo económico, se convirtió en un compromiso político. Y recobró así su virtud primigenia: servía sobre todo para manifestar el descontento sin tener que sufrir una represión sangrienta. Y cuando algunos grandes intelectuales rechazan el movimiento por la falta de heroísmo de sus protagonistas, parecen olvidar que la huelga se impuso en el mundo obrero debido precisamente a su carácter pacífico. Se deja de trabajar y se paraliza la máquina de producción. Los obreros dejan de ser blancos para los disparos del ejército".

Sobre Mayo del 68 ha dado testimonio el prefecto de policía de la época Maurice Grimaud (En mayo haz lo que te plazca), los huelguistas del medio obrero, de la radio y televisión públicas e incluso del mundo del deporte en Los furiosos del fútbol. En El otro Mayo del 68 se recuerda que el 22 de mayo el Comité de Acción de Futbolistas ocupó el local de la Federación Francesa de Fútbol. En la avalancha de publicaciones de este año se puede destacar también la edición de un libro en forma de adoquín con fotos de la revuelta, la reedición del librito rojo con las frases de los muros, un diccionario de Mayo del 68 y un enorme volumen sobre Los años 68 firmado por Patrick Rotman, un especialista del tema, con su hija Charlotte. El mismo Rotman entrega Mayo del 68 contado a quienes no lo vivieron, en donde escribe:

“Se le achaca a Mayo del 68 la responsabilidad de un repliegue en el ego, afirmando que la búsqueda del placer individual encarna la verdad del 68. Esta es una de las verdades, pero la dimensión individualista del Mayo del 68, por más evidente que sea, traduce al mismo tiempo la ambición de comunicar con el grupo. Mayo del 68, una revuelta libertaria, es también una reacción contra la atomización social que conduce a la soledad en medio de la muchedumbre, a la ausencia de comunicación entre los seres, al malestar en la civilización. Se puede subrayar que la liberación torrencial de la palabra en mayo era una forma de respuesta al autismo social. Por eso, en los años inmediatamente posteriores al 68, el desarrollo personal y la satisfacción de los deseos se expresan siempre en relación a los demás, al mundo y a la sociedad. El movimiento de mayo es fundamentalmente generoso, altruista. El yo coexiste con el nosotros".

Un ex maoísta hoy de derecha, el filósofo André Glucksmann, publica con su hijo Raphaël Mayo del 68 explicado a Nicolas Sarkozy y otro ex maoísta y líder de la revuelta, Alain Geismar, sale del silencio con un testimonio titulado Mi Mayo del 68. Contra el silencio lucha también la hija del fundador del maoísmo en Francia, Robert Linhart. Ella, que se llama Virginie Linhart y es realizadora de documentales y escritora, ha entregado El día en el que mi padre se calló, un testimonio sobre el trágico destino de su padre que se convierte en un reportaje sobre los hijos de los sesentaiocheros.Virginie Linhart escribe:

“En la televisión los enemigos de Mayo del 68 señalan con el dedo a quienes estuvieron en las barricadas y que después, supuestamente, se han llenado los bolsillos. Se les escucha, no se les interrumpe e incluso se les aprueba. Nadie o casi nadie está allí para recordar las conquistas de mayo, la belleza de los eslóganes, su inteligencia, su espíritu abierto, su universalidad. Ese Todos somos judíos alemanes que me emociona desde la infancia. Ese grito, Estudiantes solidarios con los trabajadores, que me sigue pareciendo necesario. Esa promesa encantadora aunque sea imposible de cumplir: Está prohibido prohibir. Y ese enigmático Bajo los adoquines, la playa que me daba ganas de ir a verificarlo. Aunque desde el punto de vista político no hubo una revolución, sí hubo avances notables en la sociedad: revolución en las costumbres, libertad de expresión para los jóvenes, derechos de la mujer, derechos sociales y el final de una sociedad arcaica".

En este 40 aniversario ha habido libros para todos los gustos: las visiones periodísticas de Laurent Joffrin, Jean-Luc Hees y Philippe Alexandre; recreaciones literarias como la de Olivier Rolin, ex maoísta, en la excelente novela Tigre de papel, o la de Daniel Picouly en 68 mi amor, y -no podía faltar- un libro de Daniel Cohn-Bendit titulado Forget 68 (Olvidar el 68), en el que el más carismático de los líderes sesentaiocheros nos dice paradójicamente que no ha olvidado nada ni se arrepiente de nada pero que el mundo de hoy ya no es el de aquel agitado año 68.

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