De pie, una ovación entusiasta coronó la presentación del arlesiano Christian Lacroix por parte de un público completamente seducido por su magia mediterránea. La familia Falic, propietaria de la casa  de costura, formó una guardia de honor para homenajear al creador, siempre sonriente y francamente halagado por el entusiasmo del público.

Fiel a su estilo, en cada nueva temporada Christian Lacroix parece más liberado de las reglas que él mismo estableció cuando irrumpió con sus colores y su fantasía meridional en el paisaje austero de la Alta Costura parisiense.

Desde el flequillo trenzado con perlas, que enmarcan rostros maquillados, ligeramente gatunos, hasta la punta de los pies, enfundados en medias convertidas en verdaderas joyas, bordadas con piedras semipreciosas, color turquesa, fucsia o bronce y enriquecidas por más perlas negras, cada modelo evidencia la creatividad de Christian Lacroix..

A esa paleta de colores, sutil y brillante, se contrapone la gran sofisticación del color negro, en abrigos de corte militar, con pequeñas capas superpuestas bordadas en color oro y jade.

A pesar de estas riquezas en los bordados, la crítica parisiense vio en la colección de Lacroix, una inclinación a presentar una silueta más neta, más fluida y liberada de las sobrecargas barrocas a las que el modista nos tenía acostumbrados. Más liviana, la mujer que Christian Lacroix propone para el otoño-invierno 2006-2007, es realista  y  enérgica.

Por Silvia Celi