El lunes comenzó en París con Vivienne Westwood: la originalidad de la moda británica elevada a un chic internacional. El problema para describir a esta diseñadora es que no caben comparaciones ni referencias.  Vivienne Westwood es simplemente única, inconfundible en su estilo. En esta colección, la británica continúa jugando con los volúmenes, pero tratándose de su visión veraniega para el 2008, reduce su habitual profusión de textiles y consigue ofrecer una sensación de liviandad en cada creación. 

Westwood dialoga con la tela: la dobla, la drapea, la superpone, la yergue en un pico muy agudo sobre el hombro o da cuerpo a unas caderas que quizás no existen.  Es lo que su esposo y compañero de diseño,  Andrea Kronthaler,  considera: “destacar las formas de una mujer”.

Prescindiendo de una serie de modelos en negro, el arco-iris resulta escaso para enumerar los tonos de la colección primavera-verano 2008, en lo que se destaca un vestido largo, amarillo, que parece una verdadera escultura. Algunos modelos bordados con pedrería añaden luz y una pincelada oriental a la muestra.

Al final del desfile Vivienne Westwood salió a saludar al público y, frente a los fotógrafos, adoptó poses de levantadora de pesas, luego dio la vuelta y regresó entre telones bailando como una joven de dieciocho anos.  El público estalló en aplausos.

Modelo Prêt-à-porter Primavera/verano 2008 de Christian Dior diseñado por John Galliano
(Foto: Reuters)

A principios de la tarde Dior presentó su colección. En esta oportunidad, John Galliano no causó conmoción sino ahogos porque, en la carpa donde tuvo lugar el desfile, en los jardines de las Tullerías, hizo un calor infernal. Y allí estaba, invitado especial de Galliano, el cantante Swing y su esposa. La música del ex integrante del grupo The Police formó parte del fondo sonoro del desfile.

John Galliano se sumergió en los años 50 sin temor a comparaciones con el maestro Christian Dior que, en aquellos tiempos, poco después de terminada la Segunda Guerra Mundial, lanzó el famoso “New Look”. Como en aquella época, las faldas se alargan prudentemente hasta cubrir las rodillas. Completan la colección, conjuntos de chaqueta y pantalón a rayas, y chalecos a flor de piel, sin camisa. Algunos tonos son discretos: rosa muy pálido y beige, pero también el rojo, color que se impone este invierno y promete prolongar su dominio hasta el próximo periodo estival, en todas las tonalidades. Leopardos pantera y zebras inspiran los estampados.

Por Silvia Celi