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Kosovo

Serbia pide investigar tráfico de órganos

Artículo publicado el 15/04/2008 Ultima actualización el 15/04/2008 10:51 TU

Tapa del libro de Carla Del Ponte  "La caza, yo y los criminales de guerra"© Ed.Feltrinelli, Milan, 2008

Tapa del libro de Carla Del Ponte "La caza, yo y los criminales de guerra"
© Ed.Feltrinelli, Milan, 2008

El libro La caza. Yo y los criminales de guerra de Carla Del Ponte, ex fiscal del Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia, ha abierto la caja de pandora. Las autoridades serbias quieren que la justicia internacional investigue el presunto tráfico de órganos de prisioneros serbios durante la guerra de Kosovo que Del Ponte denuncia con pelos y señales en estas memorias de su paso por el TPI. Un libro que ha provocado un gran escándalo y del que incluso el Gobierno suizo ha prohibido su promoción.

La revelaciones de Carla Del Ponte hielan la sangre a cualquiera. Según algunos de los testimonios que pudo recoger mientras estuvo al frente del Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia, en 1999 unos 300 serbios habrían sido secuestrados por la guerrilla albanesa del UCK, el Ejército de Liberación de Kosovo, y retenidos en el norte de Albania, en una casa de Burrel donde se les extirparon los órganos para ser utilizados en el tráfico internacional. En el libro, escrito en colaboración con Chuck Sudetic, ex corresponsal en Kosovo del diario The New York Times, Carla del Ponte asegura que este tráfico de órganos se produjo con la complicidad del ex guerrillero Hashim Thaçi, actual primer ministro de Kosovo. "Tras extirparles un riñón, los secuestrados eran devueltos a la prisión, hasta el momento en que se les extirpaba los órganos vitales, provocándoles finalmente la muerte", afirma Del Ponte.

Las autoridades serbias no han tardado en reaccionar y piden al Tribunal Penal Internacional que abra inmediatamente una investigación sobre este presunto tráfico de órganos. Según Dusan Ignjatovic, responsable serbio de la cooperación con el Tribunal de la Haya, "la investigación debe llevarse hasta el final", en caso contrario Belgrado pedirá todas las pruebas para abrir una investigación en Serbia.

Según explica Sudetic, las acusaciones contra el UCK se basan en testimonios de los cuales no se ha revelado su identidad. Tras las denuncias se empezó a investigar en la presunta casa de detención de Burrel donde se encontraron restos de sangre a través de unos análisis con productos químicos. Interrogados sobre este hallazgo, los albaneses argumentaron que la existencia de sangre se debía a que una mujer había dado a luz en esa casa, una versión que más tarde cambiaron. "Vistas las enormes cantidades de sangre, dijeron que la casa era utilizada como matadero", afirma el periodista del The New York Times.

La suiza Carla Del Ponte, conocida por no tener pelos en la lengua, explica en este libro todas las barreras con las que se encontró para poder investigar los crímenes durante la guerra de Kosovo. Actualmente embajadora en Argentina, Del Ponte acusa a la misión de Naciones Unidas en Kosovo, dirigida en la época por el actual canciller francés Bernard Kouchner y por el alemán Michael Stein y las tropas de la KFOR, de no haber querido ayudar en las investigaciones.

La caza. Yo y los criminales de guerra ha suscitado tanto revuelo que el Gobierno suizo ha prohibido su promoción en el país alpino. Estos datos escalofriantes levantan sin embargo varios interrrogantes, como por qué nunca se llevó ante la justicia este caso o por qué no hay pruebas directas que incriminen a los supuestos autores. La falta de pruebas fehacientes, que no se han podido conseguir, según Del Ponte, por la cantidad de obstáculos para llevar a cabo una investigación en toda regla, ha sido utilizada por el Gobierno de Pristina para denunciar una campaña para "desacreditar a Kosovo", según el ministro de Justicia kosovar, Nekibe Kelmendi. Del Ponte confia que con este libro, los testigos, hasta ahora anónimos, se atreverán a denunciar estas atrocidades en público.

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