Artículo publicado el 01/04/2009 Ultima reactualización 01/04/2009 12:30 TU
Vaduz, Liechtenstein. Los paraísos fiscales están en la mira de los gobernantes occidentales que exigen una flexibilización del secreto bancario para sanear las finanzas internacionales.
Reuters
En pocas palabras, un paraíso fiscal es un territorio cuyo nivel de imposición es inferior cuando se lo compara al de otros países (o regiones de un mismo país, como las islas Anglo Normandas en Gran Bretaña o el estado de Delaware en Estados Unidos). Por esa razón, un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) de 1987 sobre fiscalidad internacional precisa que “no existe un único criterio, claro y objetivo, que permita identificar un país como paraíso fiscal”.
Para ser un paraíso fiscal. No obstante, los especialistas están de acuerdo en que, para que un paraíso fiscal sea considerado como tal, debe reunir una serie de condiciones:
Por todas esas condiciones favorables, un paraíso fiscal atrae a las empresas que suelen instalar su sede y reducir así en forma considerable los impuestos a las ganancias que deberían pagar si estuvieran instaladas en sus países de origen.
La ventaja de ser un paraíso fiscal. Transformarse en un paraíso fiscal es a veces una solución adoptada por Estados sin otros recursos, cuya frágil economía no soportaría una fiscalidad al nivel de las necesidades. Los también llamados “centros offshore” (con frecuencia pequeños países o islas remotas) suelen obtener beneficios fiscales considerables ya que el escaso nivel de imposición es compensado por el enorme volumen de operaciones. Pero lo que es ganancia para las empresas es una pérdida considerable para los Estados. Se estima que Francia, por ejemplo, pierde el 10% de su recaudación fiscal anual debido a la radicación de empresas o filiales de compañías francesas en los paraísos fiscales.
Pero no todo es negativo para los grandes países. Todos ellos tienen en sus cercanías o bajo su dependencia un paraíso fiscal que les permite atraer divisas e inversiones extranjeras y evitar una desmesurada exportación de capitales nacionales: Francia tiene a Mónaco y Andorra, el Reino Unido a las islas Anglo Normandas, Estados Unidos al estado de Delaware y a Bahamas, Alemania a Liechtenstein o a Suiza. A esos países les resulta más fácil hacer variar el nivel de tolerancia aplicada a sus satélites y a sus empresas nacionales, que modificar sus sistemas fiscales. De este modo evitan los debates que esto implica a nivel nacional.
Peso económico. Los paraísos fiscales tienen un peso económico fundamental en la economía mundial. En 2008, “55% del comercio internacional ó 35% de los flujos financieros transitaron por paraísos fiscales”, según el abogado fiscalista Edouard Chambost. Ese mismo año, los centros offshore concentraron cerca de 10 billones de dólares de activos. Dos tercios de los hedge-funds (fondos especulativos) del planeta estarían domiciliados en esos centros, afirma Transparencia Internacional. Los paraísos fiscales también reciben un tercio de las inversiones directas de las multinacionales.
La lista. El número de paraísos fiscales va de 17, para el Fondo Monetario Internacional (FMI), a cerca de 80, para una organización como ATTAC. Lo cierto es que todos los continentes cuentan con sus centros offshore y que no todos ellos son remotas islas o pequeños territorios perdidos en la montaña: Costa Rica, Honduras, Irlanda, Holanda, Bélgica e incluso Gran Bretaña son considerados por numerosos expertos como paraísos fiscales.
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