por Alejo Schapire
Artículo publicado el 19/06/2009 Ultima reactualización 19/06/2009 14:38 TU
Juan Pablo Gutiérrez, de 27 año, denunció a la policía por abuso de poder.
Foto: Juan Pablo Gutiérrez
Desde el lunes 15 de junio, la vida del joven Juan Pablo Gutiérrez (27) se convirtió en una pesadilla. Era poco más de la una de la mañana cuando este estudiante de artes plásticas regresaba caminando a su casa tras haber asistido a una barbacoa en lo de unos amigos. Cuando faltaban pocos metros para llegar a su domicilio, en el popular distrito XVIII de París, fue interpelado por ocho jóvenes que le pidieron un cigarrillo. Juan Pablo no tenía, pero les regaló una cerveza que le había quedado de la fiesta. Pero no fue suficiente, ni bien se dio vuelta, los jóvenes lo hicieron trastabillar y, una vez en el piso, lo molieron a patadas.
“Me protegí poniéndome en posición fetal. Afortunadamente me alcancé a escapar, me escondí en la entrada de mi edificio y llamé a la policía”, recuerda aún conmocionado.
“Llegaron tres minutos después. Les indiqué dónde se encontraban los individuos que me habían agredido, los atraparon y me preguntaron si quería hacer la denuncia. Yo dije que sí, y el policía me invitó a subir al carro para ir a la comisaría. Fue ahí que comenzó la pesadilla para mí”, explica.
Una vez llegado a la comisaría del barrio de la Goutte d’Or, Juan Pablo fue recibido por un nuevo agente, "mientras los demás policías volvían a partir en su vehículo”. “Y ahí el policía me empuja, me hace poner los brazos detrás de la espalda y me baja la cabeza. Inmediatamente le digo que se está equivocando, que no me trate así porque yo vine solamente a hacer un denuncio de lo que me había pasado para que me ayudaran”, relata.
“Pero no me escucha, es como si le estuviera hablando a una pared. En un pasillo, en el primer o segundo piso, me dice que me quite los zapatos y que le entregue todos mis efectos personales. Le dije que ese no era el procedimiento legal cuando uno va a hacer una denuncia y me dice ‘no, usted se va a quedar acá’. Yo le respondí que si así era cómo funcionan las cosas, que ya no quiero denunciar a nadie, quiero volverme para mi casa”.
Grave error: “Entonces me coge de la camiseta y me da un puñetazo en el estómago. Me quedé sin respiración en el piso. Empecé a gritar como un loco, diciendo que era una injusticia, que yo los había llamado, que yo era la víctima y no el agresor, que se informe más. Yo estaba completamente enojado, así que me fui hacia el ascensor, pero el mismo policía me agarró por la camiseta y me dio un puñetazo en la cara y luego una cachetada con la mano abierta en la oreja izquierda que me dejó completamente sordo. Sólo escuchaba un pitido".
Si no se calla, lo callamos nosotros
El policía lo habría dejado luego en una habitación junto a otros dos funcionarios. “Ellos estaban al frente de una pantalla de computador y hablaban de modelos de carros, y como yo no paraba de gritar y decirles que me explicaran, me decían: ‘Cállese, me importa un culo, colombianito, latinito. Si no se calla, nosotros lo vamos a callar’”.
“Hubo uno que me hizo ir a una pieza cerrada, me hizo desvestir completamente y me hizo girar varias veces sin ninguna justificación. Me volví, me vestí y me dejaron encerrado hasta el mediodía. En un momento sentí tanto dolor en mi oído y no escuchaba; estaba tan angustiado que les pedí que por favor llamaran a un médico. Después de tanto insistir, aprovecharon que iban a llevar a un señor de edad que estaba en la comisaría a un hospital para llevarme a mi también”.
“El médico del hospital me envió directamente al otorrinolaringólogo porque se dio cuenta del estado de mi oído. Me hicieron diferentes exámenes y me dijeron que a causa del golpe que había recibido en la oreja había perdido 40% de audición del oído izquierdo”, declara.
El daño podría ser permanente, “dos especialistas me dijeron que desafortunadamente lo que fue tocado y dañado fue el oído interno y éste es demasiado delicado. Así que me dieron un tratamiento muy fuerte de una semana para ver si el oído responde, pero en la mayoría de los casos cuando es afectado el oído interno es muy difícil que no sea definitivo”.
Juan Pablo dice que lo que ocurrió “se puede interpretar como simple racismo, la verdad se puede interpretar de varias maneras, la ley lo dirá”. Porque ahora Gutiérrez ha hecho la denuncia ante la Inspección General de la Policía, que investiga a la propia policía, y tomado contacto con un abogado. “Haré lo máximo posible para hacer justicia, para que se esclarezca esta situación y para que los policías que cometieron ese abuso de poder paguen por lo que me hicieron”, dice esperanzado.
Consultada por el sitio de RFI, la Prefectura de París indica que “se está llevando a cabo una investigación y los resultados serán comunicados una vez que los tengamos. Por ahora es todo lo que podemos decir”.
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