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Cumbre del Clima en Copenhague

¿Protocolo o Declaración?

por Silvia Celi

Artículo publicado el 27/11/2009 Ultima reactualización 07/12/2009  21:30 TU

Con un llamado a "votar por la tierra" representantes de 192 países iniciaron en Copenhague-- 7 al 18 de diciembre-- y bajo la égida de las Naciones Unidas la Conferencia sobre el clima. Este encuentro es la última fase de la negociación para buscar un acuerdo jurídico vinculante sobre la reducción de emisiones de gases con efecto de invernadero (GEI).

Un globo gigante lanzado por los activistas en el centro de conferencias de Copenhague, antes de la apertura de la Cumbre sobre Cambio Climático.Reuters

Un globo gigante lanzado por los activistas en el centro de conferencias de Copenhague, antes de la apertura de la Cumbre sobre Cambio Climático.
Reuters

La Conferencia de Conpenhague, considerada como la última oportunidad para llegar a un protocolo global que límite las futuras emisiones de CO 2, inició sus trabajos con fuerte llamado a "votar por la Tierra" y definir una respuesta mundial ante el calentamiento que amenaza al planeta.

 "Durante un breve período, ustedes son los depositarios de las esperanzas (...) de la Humanidad", dijo el primer ministro danés Lars Loekke Rasmussen en el discurso de apertura pronunciado ante unos 1.200 delegados de todo el mundo. El responsable sugirió que la capital danesa se convierta, durante dos semanas, en "Hopenhague" (el puerto de la esperanza).

"Copenhague es nuestra chance. Si no la aprovechamos, podemos esperar años antes de tener otra. Si vuelve a presentarse un día", declaró por su parte la danesa Connie Hedegaard, presidenta de la conferencia.

La reunión comenzó con un cortometraje que mostraba a una niña aterrorizada pidiendo "ayuda para salvar al mundo".

Al entrar en la sede de la conferencia, los delegados debían elegir su camino entre una puerta roja para el calentamiento climático o una verde para "votar por la Tierra".

¿ Superstición o convicción? Nadie atravesó la puerta roja, a pesar de que dos jóvenes trataban de atraer a los delegados con carteles que decían: "Proteja sus intereses".

Hasta el 18 de diciembre, cuando terminen las negociaciones en presencia de 110 jefes de Estado o de gobierno, los delegados de 193 países, según la ONU, buscarán un acuerdo que permita limitar a dos grados el aumento promedio de la temperatura del planeta con respecto al nivel anterior a la era industrial.

Esta conferencia sólo será un éxito "si una acción significativa e inmediata comienza" el mismo día en que terminen sus trabajos, advirtió el máximo responsable de las cuestiones climáticas en las Naciones Unidas, Yvo de Boer.

El ex vicepresidente estadounidense Al Gore llamó a los principales emisores de CO2, como Estados Unidos y China, a actuar de forma "urgente".

"Es necesario tomar más decisiones políticas a escala planetaria", dijo Gore, Premio Nobel de la Paz 2007, a un canal francés que difundió la entrevista al tiempo que se abría la Conferencia de la ONU sobre el Clima.

Según Al Gore, se produjeron "cambios significativos en Estados Unidos y en China, pero esos cambios no van tan lejos como podría esperarse".

La idea de una financiación inmediata, estimada en 10.000 millones de dólares anuales hasta 2012, avanza poco a poco. No obstante, los países en vías de desarrollo advirtieron claramente que las discusiones sobre la financiación no podrán detenerse allí.

"Esto no significará absolutamente nada si no hay, más allá, un aumento significativo" de los montos, explicó a la AFP Dessima Williams, que preside la Alianza de los Pequeños Estados Insulares (AOSIS).

Una petición firmada por diez millones de personas en el mundo exigiendo un acuerdo ambicioso antes del 18 de diciembre fue entregado el lunes a los organizadores de la conferencia por la campaña de movilización sobre el clima, "TckTckTck", para recordar el tic-tac del reloj.

EL protocolo que saldrá de la conferencia está llamado a reemplazaral que fue firmado en Kioto en 1997, que expira en el año 2012. El nuevo acuerdo debería contemplar una significativa reducción de emisiones en todos los países occidentales y limitar el aumento de los gases provenientes de países emergentes, como la China y la India.

Más de 30.000 personas, entre ellas, responsables políticos, científicos, asociaciones ambientalistas, banqueros, sindicatos, representantes de la sociedad civil y miembros de organismos internacionales están en la capital danesa, aunque las dudas sobre el éxito de este encuentro persisten en todas las mentes.

Las perspectivas de un acuerdo se habían desvanecido el viernes 6 de noviembre, en Barcelona, durante la reunión preparatoria de la Cumbre de diciembre. La incapacidad de los países desarrollados para poner en la mesa los compromisos que estaban dispuestos a asumir, sembraron el pesimismo.

El obstáculo más importante para alcanzar un acuerdo técnico, detallado y jurídicamente vinculante, proviene de Estados Unidos en donde el Congreso aún tiene que aprobar la ley nacional sobre el clima. Sin su autorización, el presidente Barack Obama tiene las manos atadas y lógicamente debería evitar el error de su predecesor demócrata, Bill Clinton, que firmó el Protocolo de Kioto y luego no pudo convencer al Congreso para que lo ratificara.

Una leve esperanza, sin embargo, surgió el pasado viernes, cuando  Obama anunció que irá a Copenhague el próximo 18 de diciembre. Previamente, el mandatario había informado que su país está dispuesto a reducir sus emisiones de gas con efecto de invernadero (GEI) en 17% de aquí al año 2020, tomando como fecha de referencia 2005. Los científicos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (GIEC) proponen, para 2020, una reducción de 25 a 40% en relación a 1999. ¿Se estará burlando Obama de la comunidad internacional? “No, dada su historia de delincuente ecológico, es lo máximo que Estados Unidos puede proponer en este momento”, estima Pierre Radanne, experto en políticas energéticas y profesor en el Instituto de Ciencias Políticas de Paris.

China, principal productor de gases con efecto de invernadero (24%), al igual que Estados Unidos, sorprendió al anunciar también que rebajará sus emisiones de CO2 y que anunciará en Copenhague una disminución que podría alcanzar 45% en relación a los niveles de 2005. A diferencia del “Big Brother” americano, China ya realiza esfuerzos para luchar contra el cambio climático y además le urge. Los altos niveles de contaminación provocan anualmente la muerte de más de dos millones de niños.

Pese a sus esfuerzos, China no está muy animada para firmar un acuerdo que limite su crecimiento futuro, alega que la responsabilidad histórica del cambio climático incumbe a los países ricos y por ende, los países en desarrollo no deberían verse obligados a reducir sus emisiones. India, otro país emergente, comparte esta postura.

La Unión Europea (UE), que siempre ha apostado por la negociación, está de acuerdo con los objetivos de los científicos del GIEG y lleva a Copenhague un propuesta comunitaria: reducir sus emisiones en 20% en 2020 en relación a los niveles de 1990, porcentaje que podría alcanzar  el 30% si se llega a una acuerdo internacional. Además, está dispuesta a participar en la financiación para ayudar a los países en desarrollo a luchar contra el cambio climático a condición de que el esfuerzo sea compartido por todas las partes.

En América Latina, Brasil figura como el abanderado de la lucha contra el cambio climático. El presidente Luiz Inacio Lula da Silva firmó una declaración conjunta con su homólogo francés, Nicolas Sarkozy, en la que fijan varios objetivos para Copenhague. Entre ellos, un llamado para reducir las emisiones a nivel mundial, de aquí al 2050, en 50% en relación a 1990.

Por el momento, la opciones están abiertas. Y a fin de cuentas, incluso una declaración política sería vista como un éxito por parte de los más pesimistas que temen un estridente fracaso en la tan mediatizada Cumbre del clima de Copenhague.

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