por Auxilio Alcantar
Artículo publicado el 19/12/2009 Ultima reactualización 19/12/2009 16:19 TU
“Tenemos el pie sobre el acelerador y nos dirigimos derecho hacia el abismo”, declaró Ban Ki-moon, secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), antes de la cumbre de Copenhague. Este sábado y tras doce días de intensas negociaciones, Ban Ki-moon no habló de fracaso sino de “una primera etapa esencial” hacia la adopción de un tratado de lucha contra el calentamiento global.
Palabras tenues (dicen los especialistas) para calificar el acuerdo de Copenhague, avalado hoy por la conferencia de Naciones Unidas pero que deja descontentos a más de la mitad de los 193 jefes de Estado y de gobierno que participaron en la cumbre de la capital danesa.
El encuentro tenía como fin remplazar el Protocolo de Kioto, que expira en 2012. El objetivo principal era el de llegar a un pacto que permita disminuir los gases con efecto de invernadero (causantes del calentamiento de la tierra), a fin de evitar que la temperatura del planeta suba más de dos grados, lo que tendría consecuencias catastróficas a nivel climático.
Empero, los países no sólo no lograron consenso para reducir de aquí al 2050, el 50% de los gases, ni tampoco consenso claro en ¿cómo y quién pagara la factura de la financiación de la lucha contra el cambio climático?
En este rubro los presidentes y jefes de Estado de la Unión Europea (reunidos desde la semana pasada en Bruselas) habían acordado que desbloquearían 7.200 millones de euros para ayudar a los países pobres a combatir el calentamiento de la tierra. La ayuda sería repartida en tres años (2.400 millones de euros, anuales). Francia se comprometió a dar 1.200 millones de euros, Gran Bretaña 1.300 millones, Suecia 765 millones y España 300 millones. Este anuncio fue uno de los puntos positivos para la cumbre.
Empero, los país en vías de desarrollo, reagrupados en el G-77 calificaron el pacto mínimo como “el peor acuerdo de la historia”. El primer ministro Danés y presidente de la Conferencia, Lars Loekke Rasmussen, hizo referencia al “puente histórico que se construyó entre las partes negociadoras para realizar un trabajo de grupo y conseguir algo”.
En concreto, lo que se consiguió fue un texto (presentado por unos 30 países: industrializados, emergentes y en desarrollo), en el que se reafirma el compromiso de evitar el calentamiento global, superior a dos grados centígrados. El texto fue validado por la Convención Marco de la ONU sobre el cambio climático.
Los principales promotores de este acuerdo fueron Estados Unidos, la Unión Europea y cuatro grandes potencias emergentes: China, India, Brasil y Sudáfrica. La oposición más férrea vino de Cuba, Venezuela, Bolivia y Sudán, que hasta el último minuto insistieron en la “insuficiencia del pacto” para luchar contra el cambio climático.
Agotados y con varias noches en vela, varios dirigentes reconocieron “la insuficiencia” pero aceptaron el pacto, como medio de avanzar en la negociación de la próxima cumbre que tendrá lugar en México a finales de 2010.
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