por José Rosas
Artículo publicado el 23/04/2009 Ultima reactualización 23/04/2009 12:22 TU
En la actualidad teatral de esta semana tres espectáculos creados por otras tantas mujeres, Gisèle Vienne, Catherine Gil-Alcala y Jesús Sevari, las cuales de maneras muy diferentes se acercan en sus respectivos espectáculos al mundo onírico y al horror, a través de un lenguaje que se sitúa en la herencia surrealista.
Jerk, es una obra que Gisèle Vienne ha concebido basándose en un texto del estadounidense Dennis Cooper y con la complicidad del marionetista Jonathan Capdevielle.
Se trata una reconstitución imaginaria, muy extraña y poética, graciosa por momentos y siempre sombría, de los crímenes en serie perpetuados en Texas, a mediados de los años 70, por Dean Coril y dos cómplices adolescentes.
En el espectáculo, que es uno solo, quien cuenta estos crímenes es David Brooks, uno de los cómplices, condenado a cadena perpetua. Lo encarna en el escenario Jonathan Capdevielle, quien con sus marionetas y una gran diversidad de voces y sonidos que brotan de su garganta, reconstituye con una estética gore las escenas de sexo y violencia del asesinato de una veintena de jóvenes.
Lo que hemos visto en el Théâtre de la Bastille a fuerza de ser realista conduce hacia la irrealidad, constituyendo una de esas historias de crónica roja que tanto fascinaron en su tiempo a los surrealistas, pues revelan los parajes oscuros del alma humana y la brutalidad de cuando las pesadillas y los fantasmas se vuelven realidad.
La historia delirante que cuenta Catherine Gil Alcalá en su Maelström excrementiel empieza también con un banal hecho realista: un hombre despierta con unas ganas irreprimibles de vaciar sus intestinos, hecho que, sin embargo, desde un comienzo, se expresa a través de un lenguaje musical, onírico, lúdico, que nos remite desde ya a los Cantos de Maldoror del Conde de Lautréamont, obra precursora del surrealismo francés.
A través de los avatares que va a significar la satisfacción de una necesidad fisiológica, Catherine Gil Alcalá nos conduce a explorar las más diversas manifestaciones de la sexualidad. En su discurso tan delirante como elegante, notamos también la herencia de Antonin Artaud. En el escenario, Catherine Gil Alcalá nos propone un rito entre pagano y religioso y con su gran talento encarna un texto cuyo barroquismo hace complejo.
Seguimos en un universo vinculado con el surrealismo al acercarnos a Jesús Sevari, coreógrafa chilena que ha dado mucho que hablar al presentar Como salir a buscar una estrella con las dos manos ocupadas en el marco del festival Artdanthé de la ciudad de Vanves, en la periferia de París.
Este surrealismo, sin embargo, remite más al mundo onírico del pintor René Magritte que a los delirios de Artaud. En él los sueños vienen cargados de humor, juego y de espíritu rebelde. Como salir a buscar una estrella con las dos manos ocupadas cierra una trilogía titulada Fantasy Brain que comenzó en 2004 con Iniciación y prosiguió al año siguiente con Globalización.Como salir a buscar una estrella con las dos manos ocupadas se anuncia como una pieza “para cuarenta caracoles, siete lechugas, seis máscaras, cinco trajes, tres pares de zapatos con tacón aguja, dos músicos, una actriz, una bailarina, un litro de leche, una guitarra eléctrica, una computadora y una cuerda para saltar”.
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