por Escarlata Sánchez
Artículo publicado el 17/12/2009 Ultima reactualización 17/12/2009 11:09 TU
“El tatuaje hizo su aparición en las sociedades occidentales a mediados del siglo XVIII. Fue redescubierto por los marineros del capitán Cook que navegaban por las costas de Tahití. Se cruzaron con los nativos y quedaron deslumbrados con los tatuajes corporales que llevaban los aborígenes. Los llamaban tatoo, de allí viene el término tatuaje”, explica un especialista en la materia, David Le Breton, sociólogo y profesor en la Universidad de Estrasburgo y autor de Signos de identidad: tatuaje, piercing y otras marcas corporales. De los marineros el tatuaje pasó al medio de los truhanes, las prostitutas, los presos y los soldados. Después llegó a los obreros y campesinos. “El tatuaje estuvo asociado a una forma de resistencia y a una rebelión contra la burguesía. Es, finalmente, una forma de resistencia”, precisa Le Breton.
Hoy el tatuaje ya no es algo exclusivo de los medios marginales, se ha convertido en una moda, se ha democratizado. En los años 70 estuvo ligado al movimiento hippie y desde los 80 a la estética del heavy rock y del punk. Gonzalo, un colombiano que hace tatuajes en Madrid desde hace siete años cree que éstos constituyen “un estilo de vida. Hay para todo tipo de personas. Yo he tatuado abogados, policías, médicos". Mercedes García Zabalegui, quien lleva varios tatuajes en el cuerpo, piensa que “hay que elegirlos, asimilarlos y saber que vas a vivir con ellos. Son parte de uno mismo, es algo muy personal".
“La principal motivación del tatuaje es la belleza, la estética del cuerpo, crearse un cuerpo más agradable para sí mismo y para los demás, ya que vivimos en una sociedad de la imagen y la apariencia”, subraya David Le Breton. En este sentido, Gonzalo precisa desde su propia experiencia que tiene “tatuajes desde los 14 años. Al comienzo eran cosas un poco macabras, ahora más bien flores, letras, cosas más coloridas. El tatuaje representa cómo me siento en diferentes momentos de mi vida. Además, envejecen como nosotros, se van deteriorando, se opacan un poco con los años. A mí los que más me gustan son los antiguos. Los que se hacían hace 40 años son preciosos".
Un mexicano, Alejandro Cervantes, hace tatuajes en Cerdeña, Italia. Su estilo se inspira en las imágenes precolombinas de su país de origen y en el folclor. “He tatuado la calavera mexicana llena de color y alegría y también imágenes prehispánicas como el calendario azteca y los dioses Quetzalcóatl, la serpiente emplumada, y Cuatlicue, señora de la vida y de la muerte”.
“Al cambiar el cuerpo uno quiere cambiar su vida, su existencia”, destaca Le Breton, y es precisamente eso lo que hacen los miembros de las maras, las violentas bandas juveniles centroamericanas, para marcar su adhesión. Se tatúan incluso el rostro. “Eso es bastante fuerte, me impresionó mucho. Los de las maras son algo negativo para el tatuaje, porque en verdad es algo bonito, como llevar un cuadro en tu cuerpo".
En los próximos años veremos aparecer otros tipos de decoraciones corporales como los implantes subcutáneos, el burning, crear marcas quemando la piel, y el cutting, grabado realizado con cortes en la piel. Se habla incluso de implantaciones de células electrónicas y de implantes subcutáneos que parpadean o se mueven.
Entrevistados: el sociólogo David Le Breton, autor de Signos de identidad: tatuaje, piercing y otras marcas corporales; Gonzalo, Víctor López y Alejandro Cervantes, tatuadores, y Mercedes García Zabalegui, una mujer tatuada
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