“Creo que la fotografía muestra lo que no se puede decir y la novela dice lo que no se puede mostrar”, dice Patrick Bard, quien se dedica, precisamente, tanto a la fotografía como a la novela. Nacido en Montreuil-sous-Bois, ciudad obrera de los alrededores de París, en 1958, el autor de libros de fotografía como Los caminos del Che, El camino del inca: Qhapac nan, Transiberianos, Mongolia y El Norte (reportaje sobre la frontera de México con Estados Unidos) creció en Pantin “otra ciudad de gente humilde y de migrantes”. De niño su madre le leía historias y le enseñó a amar a Víctor Hugo. Cuando tenía 19 años descubrió la fotografía y a los 21, tras haber conocido al gran Robert Doisneau, entró a trabajar en la célebre agencia Rapho. “Me quedé sólo un año porque yo era muy independiente”, dice antes de precisar que en ese entonces hacía sobre todo fotos sociales y políticas. Más tarde, el jazz y la literatura policial lo llevaron a escribir él mismo novelas como La Frontera y La cuarta llaga. “Cada persona tiene sus momentos clave: el mío fue el descubrimiento de la frontera mexicana”, dice este hombre que se califica de “rutólogo”, ya que recorre continuamente los caminos del mundo fascinado por los No man’s land y con la intención siempre renovada de contar historias. “A veces a través de la ficción uno se acerca más a la verdad que a través de un reportaje. Parece extraño, pero es verdad”, precisa este fotógrafo y novelista que suele trabajar en compañía de su esposa y que anda ahora dedicado a una serie de reportajes fotográficos sobre el agua. “Empezamos por Guyana, el agua y la búsqueda de oro. La escasez de agua la tratamos en Mongolia donde, en 2001, murieron 5 millones de ovejas y reses por falta de agua. Pero el más importante de estos reportajes es el dedicado al río Amazonas”, concluye Patrick Bard.

Entrevistado: el fotógrafo, escritor y “rutólogo” francés Patrick Bard.

Reportaje: Orlando Torricelli

Realización: Yocasta Gómez