Artículo publicado el 09/06/2008 Ultima reactualización 09/06/2008 13:59 TU
Hijo de una familia liberal y no religiosa de la clase media acomodada, Enrique Rodríguez Larreta nació en Montevideo, en 1950. Este antropólogo social doctorado en la Universidad de Estocolmo, reside actualmente en Brasil, donde es director del Instituto de Pluralismo Cultural de la Universidad Candido Mendes de Río de Janeiro. Sin embargo, en su juventud fue militante del grupo insurreccional Tupamaros. “Mi primera conexión con lo político fue a través de un cristianismo difuso pues estudié la secundaria con los jesuitas y mis profesores eran jóvenes sacerdotes ligados a la teología de la liberación”, explica Rodríguez Larreta, quien en sus años universitarios en Montevideo fue dirigente estudiantil. En los 70, tras pasar un año preso en Uruguay, fue expulsado a Argentina, donde fue secuestrado en el marco del Plan Cóndor. La movilización internacional impidió que desapareciera y se vio obligado a refugiarse en Suecia.
¿Cómo ve hoy Rodríguez Larreta su compromiso político de aquella época? “Hubo un profundo fracaso desde el punto de vista de las ideas. Las organizaciones ligadas a la lucha armada, a la transformación revolucionaria de la sociedad uruguaya, básicamente fracasaron”, responde. Y luego añade: “El reconocimiento del fracaso salvó mi vida. Cuando me encontré en la cárcel fue importante pensar contra mí mismo. Y luego, la experiencia del exilio me dio otras perspectivas sobre América Latina, un cierto descentramiento necesario, conectarse con el mundo, crear puentes, pensar otras cosas.”
Hoy, si bien conserva ciertas convicciones de su juventud, declara que no es utópico pero tampoco apocalíptico. “La propuesta del mercado como vía única para la reducción de los problemas sociales, como proyecto para el futuro, me parece el mecanismo utópico más fuerte que tenemos hoy”, dice. Pero esto no le impide criticar el neopopulismo: “Es el caso de Chávez en Venezuela, un caudillismo petrolero ya que el Estado tiene una importante cantidad de recursos que se utilizan para actividades de movilización social en poblaciones marginales. Esos populismos son como patologías de la democracia. El populismo es el padre de los pobres pero también la madre de los ricos. O sea que muchas veces satisface situaciones momentáneas pero no resuelve los problemas de la estructura social ni crea sociedades realmente justas.”
Entrevistado: el antropólogo uruguayo Enrique Rodríguez Larreta, director del Instituto de Pluralismo Cultural de la Universidad Candido Mendes de Río de Janeiro.
Por Hernán Rivera
Realización: Pilar Pérez
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