por José Rosas
Artículo publicado el 19/06/2008 Ultima reactualización 19/06/2008 15:44 TU
Hija de ex guerrilleros de las FALN -Fuerzas Armadas de Liberación Nacional-, organización insurreccional creada por el Partido Comunista de Venezuela en 1962, Mariana Rondón nació en Barquisimeto en 1966. Tras una infancia complicada debido al compromiso político de sus padres, empezó a interesarse en las imágenes, habiendo estudiado luego cine en la Escuela Internacional de San Antonio de los Baños, en Cuba, y después animación en Francia. Paralelamente, le apasionó siempre el mundo de los robots y la genética, lo cual la ha llevado a combinar su trabajo de cineasta con el de artista electrónica. “Yo trabajo con pequeños robots con dos grados de libertad. Las máquinas crean burbujas gigantes de jabón y dentro de ellas hago proyecciones de seres transgénicos, combinaciones genéticas entre seres humanos y animales. Las burbujas son grandes bolsas que yo llamo úteros industriales. Son como laboratorios genéticos caseros. Creo que lo que antes los artistas inventaron en la pintura y la escultura ahora va a existir en la genética”, explica la creadora de Llegaste con la brisa, instalación con la que ganó en España el premio de la Fundación Telefónica.
Como cineasta, Mariana Rondón ha realizado diversos cortometrajes, entre los cuales Calle 22, por el que fue premiada en el Festival de Biarritz en 1994. Al alimón con la peruana Marité Ugás realizó en 1999 A la medianoche y media y en 2007, con Ugás como productora y ella sola en la realización, entregó Postales de Leningrado, película por la que ganó el gran premio Abrazo en el Festival de Cine y Cultura de América Latina de Biarritz. Este filme con carácter autobiográfico cuenta la historia de las guerrillas en Venezuela desde una visión infantil y, para hacerlo, Rondón recurre a los dibujos de historieta, la animación, la deformación sonora, el rasgado de la película y demás recursos que corresponden a la cultura pop de los años 60. “No es una película histórica, realista. Es una película hecha desde la memoria de la memoria, desde la infancia. Traté de reinventar los vacíos, los huecos, los nombres que se cambiaban”, explica esta realizadora que no se siente en capacidad de juzgar ni de hacer la apología de quienes se levantaron en armas con el influjo de la revolución cubana. “Es la biografía de una generación, de un grupo humano. Y uno puede preguntarse: ¿valía la pena el sufrimiento de los seres queridos por una utopía?”, dice Rondón antes de precisarnos que Postales de Leningrado ha despertado mucha curiosidad al estrenarse en Venezuela.
Entrevistada: Mariana Rondón, cineasta y artista electrónica venezolana.
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