por Hernán Rivera Mejía
Artículo publicado el 04/11/2009 Ultima reactualización 16/11/2009 12:23 TU
Hay en Francia cientos de salas de teatro e infinidad de compañías. Estas últimas son de diversos tipos: públicas, o sea, financiadas totalmente por el Ministerio de Cultura; subvencionadas, es decir, que reciben ayudas del Estado; privadas, que se mantienen sólo con las entradas de taquilla o financiamientos de empresas privadas, y las compañías independientes, que hacen teatro en la más total austeridad, sin hacer concesiones comerciales y a menudo con excelente calidad artística. A este último grupo de compañías pertenecen las que desde hace once años vienen participando en festivales como No iremos a Aviñón, que tiene lugar en Vitry-sur-Seine, en las afueras de París. Este evento propuso en su última edición piezas de las más diversas disciplinas del espectáculo: de la danza al teatro contemporáneo pasando por las marionetas, el circo, el cabaret y el teatro de calle.
Pequeñas comedias de agua es una pieza producida por un grupo de autores y actores africanos. En una pequeña carpa, en un escenario casi desnudo, dos actores y una actriz abordan el problema del agua y al hacerlo hablan de conflictos de género, generacionales, interétnicos y de la oposición entre modernidad y tradición. El dramaturgo Tiekoro Sangare precisa: "nuestro objetivo como autores contemporáneos es que la escritura sea universal y que no esté centrada en el origen del autor. Queremos simplemente hacer un teatro de arte".
Muy diferente es Ca va bien (Está bien), obra unipersonal del actor y autor alemán Immo Scholtz, en la que se mezcla magia, circo, canción y cabaret en una alquimia lúdica y poética. Si este artista ha elegido Francia como base de su creación es porque en Alemania la situación del teatro independiente es aún más difícil.
Shakespeare en este medio teatral sigue vivo y tiene plena vigencia. Se ha podido ver así un Macbeth para teatro de la calle de la compañía belga Ecknobul. “Jugamos mucho pero respetamos el espíritu de Shakespeare”, subraya David Matarrasco, actor de la compañía. "Somos muy libres en la actuación y nos adaptamos al espacio en el que actuamos". Muy diferente es el acercamiento al gran dramaturgo británico que se hace en la obra Gertrudis-El Grito con la que la compañía Théâtre du Corbeau Blanc (Teatro del Cuervo Blanco) participó en el festival de Vitry-sur-Seine. En este caso es a través de una versión libre del dramaturgo británico Howard Barker, quien se basa en Hamlet para abordar lo que no se dice en aquella pieza y darle el protagonismo a Gertrudis, la madre del héroe de Shakespeare. La gran actriz Sophie Millon asume este papel difícil, lleno de riesgos, en una obra en la que el grito del título es la búsqueda tanto de la creación, la vida y el orgasmo, como también de la muerte.
En un registro opuesto al de la tragedia se sitúa El cabaret histórico de la historia de Francia, obra del actor Francisco Leonarte. “Nosotros abordamos la historia no oficial porque sabemos que la mejor manera de hablar de la situación política actual es hacer referencia a la historia. Pero hay diferentes puntos de vista posibles para analizar la historia. Hacemos, sin duda, teatro político”, concluye Leonarte.
Entrevistados: Roch Amedeth Bandouzi, Tiekoro Sagare y Felhyt Kimbirima, actores y dramaturgos africanos; David Matarrasco, Sophie Millon, Immo Scholtz y Francisco Leonarte, actores de diversas compañías independientes
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